domingo, julio 22, 2007

Dos Problemas Colombianos: La Oligarquía, El Pueblo

La Elite y el Pueblo

Los hombres como siempre debemos asumir nuestros actos. Y los dos grandes problemas colombianos son las dos clases de colombianos que existen.


Todo gran país necesita de la visión de la élite, de aquellos hombres que tienen la oportunidad y la suerte de viajar, de leer, de conocer, de debatir. En Colombia estos hombres pertenecen en su abrumadora mayoría a la oligarquía. Pero oligarquía no quiere decir aristocracia: la primera es un conglomerado de irresponsables egoístas que no quieren poner al servicio de su país su conocimiento, la segunda es aquel mítico gobierno de los mejores, aquellos genios que da la sociedad y que dirigen con su sabiduría el país hacia un horizonte respetable. Entonces si los que estudian no aportan soluciones, luego como le vamos a pedir a un concejal que embola zapatos que las tenga?
En América Latina ese es el gran problema, que cuando el líder sale del pueblo ignorante y sin ninguna formación caemos en los casos de Gutiérrez en Ecuador, de Lula en Brasil, de Toledo en Perú, que terminan echados por su torpeza. Y claro la elite en estos casos queda totalmente satisfecha pues le demuestra al pueblo que los que provienen de él son peores que los de la elite. Y cuando no es eso, tenemos a un tipo como Chávez un oportunista de primera, que se convirtió al socialismo cuando leyó algo de ello en alguna revista. Habrá que recordarle a éste señor que el Ernesto Guevara, Castro o Perón no eran emboladores de zapatos, sino que había una cierta reflexión, una cierta creación intelectual.
Con lo cual solo me atormenta este señor Lucho, que se dice un socialista porque cuando era dirigente sindical gritaba por un megáfono cuatro palabras en una cafetería. El otro día leí el programa político del Polo Democrático, luego el del Partido Liberal, y no leí el del Partido Conservador o de Uribe porque parecen todos calcados de la misma forma Minerva. El día que la elite sea responsable y piense en el futuro del país, dejando de un lado el egoísmo de sus ventajas coloniales ese día comenzaran a resolverse los verdaderos problemas de este país.

Del otro lado el pueblo, un pueblo demasiado resistente que no se desespera con nada, un pueblo inmaduro que aguanta demasiado. Un pueblo que se muere de hambre y no reacciona, un pueblo atemorizado por las relaciones de sometimiento que mantiene con la élite, con el cerebro formateado con la idea de que “a los doctores no se les puede faltar al respeto”. Si el pueblo colombiano no fuera tan arrodillado, una organización tan básica como la guerrilla debería tener 20 millones de miembros. Un pueblo hipócrita que echó al Simón Bolívar que lo liberó de los españoles, un pueblo demasiado traicionero que necesita alguien superior a quien respetar.

Pero como lo digo vivimos en una finca, donde la elite vive confiada que sus empleados nunca se rebelaran, y que cuando se rebelen sacaran el rejo como en la época de la colonia y volverán mansos a sus labores. El pueblo vive con el temor a no pedir a los doctores pues uno no debe molestar a los doctores pues éstos se ponen bravos y son los que nos dan de comer.

El grupo de la élite que sea lo bastante maduro para llevar a cabo los cambios sociales que necesita la sociedad será el que siente las bases de un futuro prometedor para Colombia en el mundo globalizado. Somos una finca de yuca y papa con doctores y empleadas de servicio, y estamos en un mundo de tecnología de innovaciones de ciencia de industria de hombres y mujeres cada vez más capacitados que hacen valer sus ventajas competitivas.

No seamos egoístas, entre más gente capacitada e inteligente tenga un país más oportunidades tendremos de salir adelante. Pero como seguimos creyendo que ese privilegio es sólo para los doctores pues por eso estamos donde estamos.

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