lunes, noviembre 28, 2005

En el Polo toman Pola!

Dicen nuestros grandes analistas politiqueros, que la dupla de los Garzones (Lucho y Angelino), serán nuestros dos caudillos salvadores, con el revolucionario lema de "izquierda demócratica". Partido Revolucionario Institucional en México, o el "altruismo agresivo" de las dictaduras de las Repúclicas bananas son algunos de los eufemismos más recordados para designar dictadura y desorden.
Ahora bien, el ideólogo del cuello tortuga sacó esta famosa idea de izquierda democrática, para que los ex-guerrileros que componen ese partido puedan lavarse sus dersas manos tranquilos.
Sin embargo esta poderosa idea queda hecha añicos cuando leemos los estatutos de este mítico partido y analizamos la interpretación de sus símbolos. Por favor respire antes de leer:


Símbolos. El color amarillo simboliza la riqueza espiritual de los colombianos y de las colombianas, y la tenacidad popular expresada en la obra literaria: la franja amarilla. Este color es adoptado como el color oficial del Partido, acompañado con su símbolo alegórico y la sigla PDI. La bandera del Partido es de color amarillo.


El amarillo color nicotina es la semilla de todos los sueños de los colombianos. El Polo no es un Partido Político es un laboratorio científico que merecería el Premio Nobel sin tardar " Por haber descubierto el color del alma de los Colombianos". Y lo más importante es el color de la franja amarilla de nuestra bandera nacional. El símbolo alegórico no es más que un vulgar acrónimo recursivo con las tres letras del partido. Y ojo la bandera del partido es de colo amarillo por si lo pudiésemos olvidar. Les faltó decir a estos vulgares poetas de la interpretación que el amarillo también es el color preferido para los paños menores el 31 de Enero, por favor consigan empleo en Magicolor que ellos si inventan unos colores rarongos.

domingo, noviembre 27, 2005

Los Premios

En Colombia todo el mundo gana premios. Los ganan escritores, deportistas, cantantes (Juanes arrasó en los Grammys Latinos, a Shakira no le importa que la traten de “prostituta” a cambio de un MTV Europeo, según cuenta el New York Times). Los ganan los periodistas. El mismísimo Dartagnan, a quien en El Incendiario leemos por el puro placer de una ráfaga de furia dominical, ganó hace poco el Simón Bolívar por su vida y obra. No es que nos parezca mal que se den premios pero, con el perdón de los jurados, no será en parte esa manía de congratularnos tanto mutuamente la que hace que estemos siempre satisfechos con todo lo que hacemos? Voy a tomar el caso del mencionado periodista del Tiempo, a quien se premió con el argumento de “[su] independencia, perseverancia, sinceridad y transparencia”.

Un Reyezuelo
Publica El Tiempo el domingo 6 de noviembre la columna de Dartagnan, titulada “Dos temas sueltos de actualidad”. Para decirnos qué? Qué pregunta ridícula, me dirán: pues algo diferente, claro. Y sí, la columna de ese domingo era bastante diferente a lo que el Darty nos tiene acostumbrados: fastidiosos chismes del partido liberal. Chismes politiqueros, en un país de politiqueros. Lo cual explica el éxito de Dartagnan (no voy a entrar acá en los detalles conocidos: eso de que es accionista del Tiempo, y su propio abuelo fuera director del periódico durante 40 años). Porque siendo frívolos como somos, nos fascinan los chismes. Y si son de política, aún más. Si encima uno escribe en el único periódico de circulación nacional que queda en Colombia, no hay que fatigarse demasiado: la fórmula está asegurada.
Así pues, ese domingo Dartagnan le fallaba a su táctica, supongo que hastiado de ser su propia caricatura y de seguir mareándonos con sus opiniones de estratega ilustrado de los liberales. Y para evitar la auto-inflingida responsabilidad de hablarnos exclusivamente de ese tema, no encontró otro mejor que opinar sobre la lista de las “mujeres más importantes de Colombia” publicada por Semana. No pudo contenerse, en el paroxismo de esa escapada frívolamente apolítica, de darnos dos o tres comentarios señoreros sobre la novela de televisión Los Reyes, programa cumbre de nuestra producción cultural. Media columna se va en citar otras opiniones, para darnos la suya por fin, al respecto de la actriz Amparo Grisales, nuestra Pocahontas local. Dice Dartagnan: “desconocerle a Amparito sus atributos histriónicos no deja de ser injusto”. Y más tarde, le “produce gran tristeza” que otra buena señora no esté en la lista. No voy a entrar a discutir yo mismo la lista, que ni siquiera he visto. Simplemente pregunto: se merece alguien un Simón Bolívar por escribir durante años este tipo de opiniones? Peor aún (pues los premios, finalmente, son intrascendentes), nos merecemos este tipo de periodismo?
Porque para quienes no lo han leído, Dartagnan habla de política exactamente de la misma forma como habla de “Amparito”. Similar a Ponchito Rentaría, otro baluarte del Tiempo, quien ni siquiera repara en evitarnos la mención de que las opiniones son fraguadas en la cofradía de una peluquería. Al menos, Poncho lo reconoce: untado el dedo,…
Y bueno, ya entrados en materia, qué dice nuestro Mosquetero de Los Reyes? Su comentario esta vez si es universalista: “los televidentes seguimos gozando de los Reyes, la simpática novela…”. Pero por supuesto que tiene algo que aportar, de su propia cava: “Mas como egresado del Gimnasio Moderno me sorprende y aterra que […] aparezcan ambos entonando, orgullosamente, el sonoro himno de este colegio”. “Semejante tocata en boca de los Urinarte (…qué chistoso es Dartagnan) produce desconsuelo”. Ah? Ah! Es que Dartagnan es consciente de su clase social.
Pero, es consciente de su ñoñería? Nadie le ha dicho nunca lo buen burgués que se ve en ese papel de comentarista de chismes políticos y de los otros? Sí, seguramente se lo han dicho, pero para qué fatigarnos en buscar la seriedad si todos somos felices en medio de la melosería y el reconocimiento mutuo. Por eso intercambiamos premios: para que no nos quede mucho tiempo de pensar en la utilidad real de nuestras funciones. Colombia es un circo, de acuerdo. Pero ya tuvimos suficiente de este elefante.

viernes, noviembre 25, 2005

El Reinado : Como satisfacer nuestros complejos.

Si la religión era el opium del pueblo, el Reinado es el viagra del pueblo colombiano. Y sobretodo de los medios colombianos… Es la época en la que los set de televisión se llenan de analistas neuróticas que alargan los insoportables noticieros poniendo en peligro el espacio dedicado a las telenovelas! Gozamos con el reinado pues somos un país limitado y machista, en el que para complacer nuestro miedo a ser maricas nos deleitamos analizando a todas las niñas que se presentan para dar unos cuantos pasos en una pasarela abrir la boca para sonreír, para respirar y cuando la naturaleza lo permite pronunciar sonidos que se parecen a palabras.
En el reinado también satisfacemos nuestra vieja y pisoteada moral católica, la moral que con echarse una bendición y “echarse unos 3 padres nuestros” lo arreglamos todo o casi todo. Prueba de ello son las ridículas reglas de dicho reinado, donde el morbo nos lleva a diferenciar “un cuco” de ropa interior totalmente amoral, de un “cuco” de ropa deportiva aceptado por Raimundo Angulo, cuyo titulo de director del Reinado coge aires de Cardenal de Cartagena. Existe un enorme placer en denunciar el fruto prohibido, el pecado de haber mostrado una mínima parte del cuerpo. Los colombianos viendo el Reinado vemos lo que no se debe hacer o lo que una niña decente no debe hacer.
Y por ultimo satisfacemos un deber patrio, solo cabe recordar la fecha simbólica en la que se celebra el Reinado de Belleza. No es normal pisotear una fecha y unos hombres que hicieron historia, complaciendo toda nuestra hipocresía delante del televisor.
Quedamos tranquilos con el veredicto: la señorita Colombia fue la que más se arrodillo a todas las reglas, es la más justa, la más pura fue por así decirlo la más obediente. Este evento sólo se mediatiza pues esa mujer perfecta nos puede dar la tan ansiada corona universal si señores, seremos algo así como campeones del mundo. La señorita Colombia, puede que no sea señorita, pero sí “es Colombia”, representa nuestra inmadurez, nuestra pasión por lo innecesario, nuestro machismo primario y nuestra vieja moral católica. Ganó la mejor, me echo la bendición, apago la televisión, tendremos 15 días más de post reinado: que sin vergüenzas:!

Análisis sociológico de Sábado Espectacular: Cómo rebajar a la gente humilde

La última vez que fui a Colombia pocas veces me perdí este programa, una tragedia televisiva que nos muestra como los medios de comunicación se encargan de ridiculizar al mero pueblo despiadadamente en un programa que bautizan de humorístico. Sin llegar a los decibeles trágicos de los programas con panelistas como el tan recordado Laura en América, Sábado Espectacular es una creación para rebajar aún más a la gente humilde, con una puesta en escena bonachona e irresponsable.
Sin duda, la seriedad de una cadena como RCN queda plasmada en la planificación de la programación de sábado en la noche. Sábado espectacular se divide en dos partes, pues 4 horas de lobotomización seguida no las resiste ni el peor de los estúpidos. Es un programa que no so puede ver sólo, cualquier siquiatra reconoce el peligro de dicha hazaña.
No voy a comentar las 3 fases que humillan a los pobres candidatos, humildes personas que con su inoncencia y su buena fé para ganarse unos pesitos alimentan el ego descomunal de Jota Mario Valencia.
Este personaje que se comporta como una vulgar lacra si frente a él tiene a una candidata tímida, fue el que llegó a proponerle a una de esas inocentes “indiecitas” que desfilan por ese plato, que se diera un beso apasionado con un “estriptisero”. La dirección de RCN tiene que tener valor para transmitir un programa tan decadente como vulgar. Pero claro el objetivo es otro, a la gente colombiana le fascina que la humillen y como “por la plata baila el perro” son capaces de asumir con felicidad cualquier clase de maltratos sicológicos. Este programa provoca risa, pero una risa morbosa en la que el pueblo colombiano ve lo ridículo e inferior que és. El mensaje es claro: mostrarle a los televidentes que en mayoría se identifican con los participantes, lo miserables que son y la bajeza a la cual pueden llegar para ganarse esos benditos pesitos. No son participantes, son más bien animales al servicio del humor y de las fantasías masoquistas de ese fracasado Jotica
Al cabo de dos horas viene la primera pausa, en la cual es totalmente urgente apagar el televisor y comer, hablar con el papa que insistentemente le dice “mijo apague ya esa maricada”. Y es que claro tiene más argumento una película pornográfica, y cuando ya comienza la segunda parte de dicho programa, lo que era chistoso se vuelve vulgar, y ya no queremos reírnos del pobre candidato, sino queremos ver hasta donde llegara el cinismo de Jotica, queremos ver cuales son las humillaciones que preparo durante la semana, ya no vemos el programa para reírnos sino para espantarnos.
Al final, todos los candidatos quedan felices, inconsientes y embriagados por las mieles de esa fama pasajera. El público asistente truena como en la peor de las galleras, y los televidentes en su mayoría hubiesen querido ser el protagonista de ese “oso” solamente para los pesitos.
Jotica y RCN los felicito por ese programa tan bello! No manoseen más a la pobre gente humilde para paliar su resentimiento.

martes, noviembre 01, 2005

¿Se merece la Selección Colombia su suerte infame?



Advierto de entrada: no vi ninguno de los partidos clasificatorios de la Selección. Pero así como ella se permite perder sin ninguna vergüenza, yo me doy la licencia de opinar descaradamente sobre porqué se merece su suerte infame. Porque no hace falta estar suscrito al canal “Tele Colombia”, o como sea que se llame, para saber como jugamos. Jugamos mal, vivimos del pasado y el futuro parece tenernos sin cuidado. Nos excusamos en el mito: aquél 1-1- contra Alemania en Italia ´90, el 5-0 contra Argentina.
Por simple justicia y consideración de la salud de los colombianos, la Selección Colombia no merecía ir a este Mundial.
La justicia primero. Uno no puede vivir quejándose de la mediocridad en que se han sumido los Mundiales y a la vez aceptar que un equipo como Colombia lo juegue, después de mendigar como un vago pordiosero su clasificación. Lo teníamos todo, pero el destino manifiesto es más fuerte: empate contra Chile, triunfo moral e inútil contra Paraguay. No sé si recuerden (porque en Colombia nadie recuerda nada, y por eso nos pasa siempre lo mismo) aquél 4-0 contra Paraguay en Asunción hace 4 años, al tiempo en que ahogábamos nuestro fracaso en la victoria patriótica de la elección de Uribe. Claro, triunfo moral, pero no real (al revés: surrealista, casi) pues no sirvió de nada: en cambio se clasificó Uruguay con su 1-0 contra Argentina. Igual que ahora: es que parecemos condenados por la Historia. Para el peso, faltaron los 5 centavos. Un gol, y todo por dejar la tarea para el último segundo: a ver si con este soplo alcanza. Pasa que nunca alcanza, y en cambio si se sufre. Sufren los jugadores, sufre Colombia entera. Y es por eso, para evitarnos más infartos, más tiros, más muertos, que la no clasificación me parece merecida. Porque en Alemania de todas formas hubiéramos sufrido innecesariamente: no íbamos a ganarnos ni las gracias.

NO

De nuevo pecaré de mala fé en el debate, pero mi amigo Malaparte con su negativismo desgarra las almas de los colombianos cuyos dos pilares emocionales son los futbolistas y las reinas. Colombia merecía ir al Mundial para que hubiésemos gozado de una triple alegría patriótica en este fin de mes con la reelección de Uribe y le reinado de belleza que concluía de manera gloriosa nuestro jolgorio.
Nuestro fútbol por categoría de ciertos de sus jugadores (Perea, Iván Córdoba, Yepes), merecían una directiva y un equipo que los hiciera participar en el certamen mundialista. No merecemos que nuestros jugadores no tengan el carácter suficiente para ser profesionales responsables, que los directivos hagan una vergonzosa planificación para las eliminatorias y que el técnico no tenga la suficiente entereza para haber abandonado la nave por vergüenza propia. Estos mismos jugadores fueron capaces de hacer partidos memorables como aquel 5-0 a Uruguay pero sicológicamente se vienen abajo del día a la mañana. No merecemos jugadores que aparecen después de una larga travesía del desierto – caso Pachequito- que vuelven para salvar un partido y desaparecer para siempre otra vez. Mala noticia para los que habían empeñado los electrodomésticos entre ellos el televisor para pagarse un viaje a Alemania, tendrán que volver a la compraventa a por él, como hace 4 años. Una generación de buenos futbolistas perdida, la Selección no se lo merecía.

¿Debe reelegirse a Uribe?

SÍ a la Reelección de Uribe!

En el naciente Estados Unidos los Padres Fundadores no pusieron ningún límite de periodos presidenciales, y sería el General Washington que al cabo de su segundo mandato por sabiduría y por democracia decidió no ejercer un tercer cuatrienio. Todos siguieron ésta jurisprudencia moral y sólo se modificaría la Constitución después de los 4 mandatos-en condiciones extraordinarias-de Roosevelt. En Francia sin límites impuestos el régimen se convierte en una letárgica monarquía republicana. El problema no es la reelección, el problema es la sociedad democrática en la que se ejerce la reelección.
Sin embargo en Colombia, país donde “el que es caballero repite”, ninguno de los respetables caballeros que nos han dirigido se ha dignado a repetir su función dejando en manos de otro esa lucrativa actividad que es ser presidente de una República como la nuestra. Que Uribe sea un candidato o que no lo hubiese sido no cambia en absoluto el panorama deprimente de su mandato inaugural. Una reelección debe ser ante todo la continuidad de una obra cuyos resultados visibles hacen que la sociedad siga disfrutando de ellos, no puede ser en ningún caso un borrón y cuenta nueva.
La obra de Uribe de pronto aún es una maqueta virtual que no es real sino en la cabeza del presidente candidato. Por lo cual si el pueblo colombiano lo reelige será una actitud social irresponsable pues se vota por alguien que no ha hecho nada de lo que había prometido pero al cual se le da una segunda oportunidad para que demuestre su valía.
La reelección no es problemática por que Uribe sea el presidente candidato, con cualquiera de sus antecesoras la reelección hubiese carecido de legitimidad moral. El problema real de una reelección en Colombia es que el resto de los candidatos son tan iguales que cada elección colombiana es la reelección de una misma elite irresponsable. En Colombia nunca se ha votado por una programa político por una idea sino por un personaje de la misma casta social, con lo cual no es ilógico estar a favor de la reelección de Uribe pues a mi modo de ver es la elección de una persona del mismo séquito pero que en este caso se llamara igual que su antecesor. Cuando elegir es lo mismo que reelegir el sistema democrático se desvanece y la sociedad muestra todas sus carencias de querer progresar al aceptar el pacto social impuesto.

MUERTE a la Reelección!

Me permito no estar de acuerdo con la reelección de Uribe o de cualquier presidente colombiano tal y como los conocemos (Gaviria, Samper, Pastrana…: el que sea). Se dice, y mi contraparte (el oportunista“Buonaparte”) lo subraya, que una reelección está planteada para “darle continuidad” a unos proyectos. Pues bien, esa es la parte tenebrosa de la idea de la reelección. No voy a hablar de las promesas que todo candidato hace antes de hacerse elegir: no las cumplen nunca y de todas formas eso no es ningún descubrimiento. Desde los tiempos del Ágora Ateniense eso viene siendo cierto. Una vez electo, si el sistema lo permite, el gobernante nato tiende a aferrarse al poder. Como en Colombia eso lo prohibía hasta hace dos semanas la Constitución de 1991, Uribe ha dedicado todos sus esfuerzos a perennizarse: creando una suerte de mito de lo que sería Colombia sin él, y modificando el texto. Cuatro, ocho, dieciséis años más de Uribe no son, visto la bola de nieve de estos últimos cuatro, más que la institucionalización definitiva de la mentira y la corrupción, que son, a mi modo de ver, lo que deja su acción hasta el momento.
La mentira la venimos viendo desde el estrepitoso fracaso del referendo de 2003. A los cuatro vientos se cantó, como en la Divina Comedia de Dante, lo que nos esperaría de no ser aprobado: algo similar al Apocalipsis. Y claro, Colombia está probablemente peor hoy que hace dos años, pero eso no se debe a la no aprobación del referendo. Si estamos peor es justamente a causa de la mentira presentada como verdad: no estamos viviendo un conflicto armado, los paramilitares no son narcotraficantes ni, mucho menos criminales de guerra, el TLC con los Estados Unidos va a salvar al campo y a la industria colombiana.
Y en cuanto a la corrupción, un bien que no es exclusivo a eso que se llama la democracia colombiana, más Uribe sólo puede significar más y más podredumbre, por inaudito que parezca. Porque Uribe ya le debe bastante a todo eso que su referendo mentiroso pretendía combatir. Era, nos decían, un “Referendo Contra la Corrupción y la Politiquería”. No habiendo sido aprobado, se pasó a la vulgarización abusiva de compraventa de consciencias. Esas prebendas generalizadas, esa rifa de puestos. La imagen grotesca de Pastrana jurando como Embajador en Washington. Como justificación, se evocan el “servicio a la Patria” y demás virtudes inventadas. Si de verdad lo que queremos es, no digo “salvarla”, pero al menos evitar el tiro de gracia de esa pobre patria nuestra, es urgente empezar a ver las cosas como son.